El sonido arrebatador de "Anticueca de la vida" instala en este disco desde su inicio y claramente una propuesta: ésta es música de homenaje alejada de las formas habituales del tributo, sin tiempo para versiones ni interés por el remedo. Violeta Parra cubre a los músicos convocados bajo su inspiración, pero su figura aparece no desde el homenaje distante y rígido, sino más bien para resignificar su impronta y la estética de su legado universal. Milena Viertel —compositora, productora y principal intérprete en el disco— estima que esa nueva aproximación a la artista desde un contexto sonoro ampliado a nuevos referentes, «reconoce a Chile como un país pluricultural, lo cual es coherente con su lucha».
Parte del legado musical de Violeta Parra carga hasta hoy con una invitación a reconocer una identidad más compleja y abierta de la que hasta ahora muchos músicos han querido asimilar. La admiración profunda hacia la tradición del campo chileno y la raíz de poesía y sonidos ancestrales se combinan en su obra con una disposición de avance creativo que es posible asociar a la vanguardia. Por eso, Violeta de Chile recoge en sus seis piezas originales sonoridades presentes en las obras instrumentales de Violeta Parra
—como sus «anticuecas» y el ballet (inconcluso) "El gavilán"— y en canciones como "Arauco tiene una pena" y "El guillatún", permitiéndose un ejercicio de intertextualidad nunca antes intentado de este modo con su obra.
«Lenguajea entre los diversos elementos musicales de la escena global —compara Milena Viertel—, tanto del mundo docto, como del contemporáneo, a través del jazz, rock, y folk. Así reinstala la mirada crítica de sus inquietudes sociales pero contextualizadas a las problemáticas del Chile de hoy, visibilizando su aporte creativo en un contexto musical global».
Es el latido de la indignación por injusticias atávicas, pero reubicado en una contingencia de contactos globales y apuro interconectado. Esa hilación entre épocas y sonidos le da continuidad a su legado no sólo como el de una investigadora folclórica, sino como el de una voz valiente de desafío y reflexión para el mundo actual.
Es música que, como la vida, acoge en su marcha el devenir, la inquietud y la necesidad de grito y denuncia; «rompiendo el límite de lo canónico, de lo social y formalmente correcto. Representa la búsqueda incansable de Violeta», en palabras de Milena Viertel.
La vida misma en un devenir constante, existencialista e inquietante.
Las profundidades de la cosmovisión mestiza. La voz humana necesita gritar sus males y romper el límite de lo canónico. Representa la búsqueda incansable de Violeta, incomprendida en el Chile de su época. La voz improvisa con fonemas típicos del campo y la cueca: iririririir, ayayai, huija…
El personaje de Federico García Lorca encuentra un paralelo en la vida de Violeta, quien no logra fecundar un amor que no la condene a la dominación, al abuso de poder, a la enajenación de su ser artista. Con una cita comentada a uno de los versos de "El gavilán" («… me querí…»), se trata de un lamento constante que habla de la pérdida, de lo no logrado, del terreno infértil y desgarrador aún vigente en el Chile de hoy.
El 5 de febrero de 1967 Violeta Parra decide ponerle fin a su vida. El piano grafica lo inevitable. Una breve cita en modo menor a "Gracias a la vida” alude al Chile de hoy, que ha postergado el valor de la cultura popular y su historia.
Este guillatún (rogativa mapuche) va en honor al pueblo indígena. Milena Viertel mira a un país con su agua privatizada y sus recursos naturales devastados. El piano emula una pifilka mapuche en trance ceremonial.
Intertexto de la canción "Arauco tiene una pena". Extiende un llanto lamentoso, un ayayay triste y a veces dulce, referente a la problemática vigente entre el mundo mapuche y el Estado chileno.
No conocía a la cantautora Violeta Parra hasta que se me presentó este proyecto, y quedé muy impresionado con su entonación, sus opciones de notas y el color de su voz. Siempre abordo estas experiencias nuevas como si fuesen una clase a la que asisto. Le agradezco a ella las lecciones musicales sobre cómo acompañar a una cantante con ese tipo de voz. Pienso que lo difícil para mí fue hacer calzar mis improvisaciones entre mis partes escritas, la melodía y los versos. Ahora estoy muy ansioso por escuchar el resultado final y comprobar cómo apliqué las lecciones que aprendí de ella
A partir del análisis de algunas composiciones de Violeta Parra surgen creaciones nuevas inspiradas en la obra de esta artista. Milena con su música nos invita a un viaje libre, fresco y sin prejuicios.
No conocía a Violeta Parra antes de participar en este proyecto, y no hablo castellano. Lo que primero me impresionó fue lo evocadora y a la vez potente que sonaba la voz de Milena. Entonces fui a escuchar a Violeta y me di cuenta de que Milena consigue capturar muy eficazmente la esencia de su fraseo y su sonido, y avanzar varios pasos añadiéndole elementos de jazz a su música. Es una combinación de verdad interesante y hermosa.
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